El cultivo de la DÉCIMA ESPINELA, que lleva el nombre de de su autor, Vicente Gómez Martínez Espinel, nacido en un pueblo llamado Ronda, Málaga por el año 1550, en España.
Fue un estudioso sacerdote, escritor, traductor, novelista, soldado, y también músico que vivió por el Siglo de Oro Español, trabajó con la estructura de la décima y así nace la que lleva su nombre, la décima espinela, también ideó poner la quinta cuerda a la, guitarra, con lo que se hizo famoso en su época, un estudioso de la Universidad de Salamanca.
Supo rodearse de personajes de esa época como don Luís de Vargas, pintor, los hermanos Bartolomé y Lupercio de Argensola, poetas e historiadores, Marco Antonio de la Vega, poeta, eclesiástico, Pedro Liñán de Riaza, escritor, Luís de Góngora, poeta y dramaturgo, hombre de Salamanca, entre otros.
Don Vicente con su décima ha sobrevivido en el tiempo, dio su aporte a la lengua española y al mundo, con su décima espinela, con sus diez versos rimados a su manera, el primero con el cuarto y quinto, el segundo con el tercero. El sexto va con el séptimo y el décimo, y los del octavo con el noveno. También ha escrito sonetos.
No hay bien que del mal me guarde,
temeroso y encogido,
de sin razón ofendido
y de ofendido cobarde.
Y aunque mi queja, ya es tarde,
y razón me la defiende,
más en mi daño se enciende,
que voy contra quien me agravia,
como el perro que con rabia
a su mismo dueño ofende.
Una décima de Vicente Espinel.
La Décima Espinela, en su cuna española es una expresión poética culta, pero, no debemos ignorar que la cultura de la décima tenía un origen muy anterior, en donde Don Vicente le dio una impronta distinta, que hoy lleva su nombre, amigo de Lope de Vega y de Miguel de Cervantes, según mencionan distintas crónicas que recuerdo haber leído.
El decir Décima, es referirse a toda estrofa de diez versos octosílabos, y en la espinela se observa una pausa en el cuarto verso, podríamos decir obligatorio en donde se expresa la idea central, que se desarrolla en los otros seis restantes, habiendo un antes y un después como en toda evolución a través de los tiempos, aquí en el tema de la poesía, como en otros.
En nuestra América, como en España, la poesía ha ido perdiendo escalones dentro de la cultura, como la que había obtenido en tiempos pasados y hace tiempo, desde Espinel a hoy, han pasado más de cuatro siglos, la poesía tenía un valor de enseñanza y cuyos escritos eran moralizadores, tocaban un compromiso en la sociedad, que hoy la tiene por supuesto, también tenía el gran valor placentero de leer y gozar con la lectura de poesías, que las había para todos los gustos, no solo la décima y el soneto por nombrar algunas formas de escribir y darse al mundo, tenemos la poesía en décimas de los payadores que hoy ha despertado en muchos lugares, se extiende como en nuestro país con los talleres a tal fin, dando un buen aporte a la décima y a la cultura, hermanada con la música. Recuerdo que durante mi secundario hace más de media centuria en la escuela Normal Mixta de Dolores se nos daba en literatura capítulos de poesía con los variados autores y épocas que ellos ocuparon.
La décima nos acompaña desde los albores del encuentro con la civilización americana y la española, dicen que los misioneros la utilizaron, la cultivaron como expresión de sentimientos de alegría, tristeza, enojos; daba lugar a expresarse y decir, hasta en forma graciosa, en fin, la décima hace mucho que nos acompaña, así se dio un folklore que vino del otro lado del océano y se mezcló con la cultura ancestral americana, en riqueza del idioma, en este caso, el de la Lengua Española.
La Décima en su frescura
juega al viento en libertad,
para cantar la verdad
en la sierra y la llanura.
Va a dejar con la premura
un nuevo sabor al alma,
con la pureza y la calma
para ese presente viaje,
sumando letra y coraje
de aquello que lo desalma.
El decimero en su sueño
es hacedor de cultura,
en un sello de premura
va dedicación y empeño.
Pone todo en ese sueño
donde juegan sus raíces,
bondades y cicatrices
que heredamos como cruz,
y el buen rayito de luz
de trabajar tan felices. (De Zenón Suárez).
Entre uruguayos y argentinos hay un grupo de Decimeros Rioplatenses que desde el 2010, que se abocan al tema desde marzo a septiembre de cada año, con libros editados, entre los que me encuentro, un buen ejercicio intelectual que cultivamos con el uso de la tecnología, que también tenemos que aprender cada día.
Démosle una mano en cultivar la Décima Espinela, cada día un poco más, es una excelente forma de aprender a escribir, aprender temas, interactuar con otros, llenarnos de saber, un momento de creación y recreación, una pincelada para poder desenvolvernos mejor en este mundo nuestro.
Noé Zenón Suárez Casielles