por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

La crítica es un juicio que se emite sobre obras o respecto a personas, que puede ser buena o mala.

Sin embargo, la palabra crítica por lo común nos sugiere reprobación, rechazo, disconformidad, sin tener presente que también las hay para destacar virtudes o aprobar lo que se considera bueno.

En efecto, el diccionario al definirla dice “arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas. Juicio formado sobre una obra de literatura o arte. Conjunto de opiniones sobre cualquier asunto, pero también murmuración”.

La crítica debe ser interpretada conforme al sentido de las palabras que en ella se emplean y a la finalidad que como intención tiene.

No es lo mismo una crítica fundada que infundada. Con buena o mala intención. Con ánimo de reprobar, solamente o de corregir errores. De provocar una reacción de enojo o de advertir que algo se debe cambiar o evitar. De profundizar las discrepancias o a instar a un debate para arribar a posibles puntos de entendimiento y acuerdo.

La crítica fue introducida por la filosofía como sistema de juicios y normas para conocer la verdad. Su máximo exponente fue el filósofo alemán Inmanuel Kant a través del “criticismo”.

Es decir, para hacer una crítica razonada y razonable se debe conocer previamente el asunto de que se trata y analizarlo luego para emitir un juicio y opinión.

A quienes no somos ni filósofos ni científicos, el sentido común nos exige al menos conocer lo básico del tema o asunto que es objeto de crítica y hacerla de manera oportuna, ya que en muchos casos las personas que tienen una consuetudinaria tendencia y proclividad a criticar, por lo general en reprobación o de manera escéptica o pesimista, suelen hacerla adelantándose a los acontecimientos, a modo de juicio premonitorio.

Muchos argentinos tienen esa actitud, incluso políticos que además de adelantar sus críticas, han demostrado ser negacionistas ante situaciones y circunstancias evidentes como la pandemia y los supuestos efectos adversos de las vacunas antes que aparecieran.

En los momentos de crisis es, precisamente cuando más aparecen las críticas, pero si se entrecruzan sin que de ellas resulte una síntesis, como ocurre en la actualidad en la Argentina, son totalmente negativas y terminan agudizándola.

La crítica para ser constructiva debe ser escuchada y debatida, pues si ante una se le opone otra se neutralizan, quedando la verdad y posible solución en medio de ellas y en la nebulosa.

La crítica como juicio analítico que busca el conocimiento de la verdad nació con la Filosofía, y como opinión de ideas dio origen al periodismo.

Ella forma parte de la libertad de pensamiento, derecho que corresponde a todos. Sin embargo, cierto sector del periodismo en este país, se cree que dicha libertad y derecho es exclusivo de quienes ejercen esa profesión, tal vez por llamarse “libertad de prensa”.

De allí, que cuando los periodistas que así piensan, critican, lo hacen en el ejercicio de tal libertad de prensa, pero cuando los critican por las opiniones que manifiestan, alegan que las críticas que a ellos se les dirigen, violan la libertad de prensa, cuando la libertad de hacer públicas las ideas u opiniones sin que haya censura previa les corresponde a todos, sean o no periodistas.

Típico caso de puedo criticar, pero no ser criticado. Lo lamentable es que se trata de personas que están en un ámbito donde se maneja la crítica como modo habitual de opinión, y saben a qué se exponen cuando las hacen.

Distinto en el arte, donde el artista puede no estar de acuerdo con la apreciación que de sus obras hacen los críticos, pero que las valora, porque es un modo de ser tenido en cuenta y considerado.

Finalmente se me ocurren algunas sugerencias, por ejemplo “no censurar a quienes nos critican, no tenerle miedo a las críticas, sino analizarlas, no conformarnos totalmente si es buena, ni dejar de corregirnos y superarnos si es mala, y pensar que es mejor que nos critiquen a sufrir el olvido de la indiferencia”.

He dejado para el epílogo una frase del libro “El Principito” que dice “es más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás”.

Al respecto y de mi parte agregaría, “es buena la autocrítica, pero sin perder la autoestima”.

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