NO DEJEN QUE DESAPAREZCAN LOS PEDIATRAS (Salomón Danón –Pediatra)
Hace unos días la Sociedad Argentina de Pediatría (agrupación científica de prestigio internacional que nos agrupa) alertaba sobre los pocos médicos que elegían formarse en las residencias de Pediatría.
Esta advertencia, debería preocupar a quienes aspiran a que a los niños, les cuiden su salud quienes están mejor preparados para ellos. Nadie quiere ser pediatra. Tendrían que generar un cambio de estrategias para que los noveles médicos se vuelquen a una especialidad que tiende a desaparecer y no por falta de vocación. Vocación sobra en quienes se embarcan en una carrera de muchísimos años, que ya no representa ni el prestigio ni el bienestar económico del siglo pasado.
Sucede y creo que se comparte con las otras especialidades médicas, que los nuevos pediatras han recuperado la dignidad. Ya no quieren ser explotados por sistemas de enseñanza o trabajo que se arrastran desde la época donde con el pretexto del “derecho de piso” o la “vocación” o un hipotético juramento se los somete a horarios de trabajo inhumanos, presiones de toda índole y que mi generación aceptaba sin protestar. Tampoco se resignan a la miseria económica con la que se paga por cuidar la salud de los más vulnerables y que se ubican en la línea de la pobreza y muy lejos de otras profesiones u oficios con los que no se comparten en nada la responsabilidad.
Como pediatra, me enorgullece que intenten poner de pie a nuestra amada especialidad, que no sucumban ante las necesidades ni las presiones y que pongan por encima de todo su orgullo para que, de una vez en décadas, se haga justicia con la responsabilidad de su trabajo. Como ciudadano, me aterra pensar que a los niños los puede atender cualquiera, me angustia que la indiferencia de muchos sirva para que todo siga empeorando y que nos transformemos en una fábrica de buenos pediatras para que se vayan a otro lado donde el reconocimiento social, laboral y económico son los adecuados.
Es muy dura la Pediatría porque sale del ámbito de la salud, se atraviesa con las vicisitudes socio-económicas y repercute en el futuro de un pais. Muchas de las cosas que pasan en los primeros años pueden tener consecuencias irreversibles y eso se debe considerar para privilegiar decididamente a la infancia y proteger a quienes la cuidan.
La actividad medica en general y la pediatría en particular es cuestionada por profanos que intentan equipar sus saberes adquiridos en redes con años de estudio. Se menosprecia y agrede sin un mínimo respeto y se ha querido transformar al especialista en un mero esclavo de caprichos técnicos o un simple prestador de sellos para cumplir tramites o adquirir ventajas. Nos enfrentamos a las patologías nuevas, a las viejas y debemos soportar los dolorosos casos donde los niños son víctimas inermes de las locuras o la indiferencia de quienes deberían cuidarlos.
Y sumamos que nos usan como participante necesario, en el engranaje burocrático de certificados, fichas o planillas absolutamente inservibles.
Hay que romper con la inercia del menosprecio por parte de quienes intentan continuar explotándonos porque la costumbre no ha permitido que se den cuenta de lo que pasaba. Viene de muchísimos años.
La pediatría argentina es un lujo, pero si sigue en manos de los pediatras. Vienen de todos lados para ser atendidos aquí, llegan médicos para especializarse y los congresos del mundo se nutren de quienes han surgido de nuestras universidades y se formaron en nuestros Hospitales. No podemos perder eso.